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...el Rastro sigue...

Mario Triviño. Una entrevista, un homenaje.

Mario Triviño. Una entrevista, un homenaje.

Falangista de la primera hornada, del SEU de preguerra, cautivo en las cárceles rojas, sobreviviente de la persecución en la guerra civil, divisionario en Rusia -y también sobreviviente, desencantado del franquismo garbancero y alicorto, leal militante siempre, da testimonio de su vida en una peliculita, fragmentada -porque la red no permite otra cosa- en cinco entradas de "You Tube".

Se puede ver en:

I.- http://www.youtube.com/watch?v=IvZqzLxMgKo

 

II.- http://www.youtube.com/watch?v=eQ6YUGiWVSo

 

III.- http://www.youtube.com/watch?v=tuZU-W9EtWg

 

 IV.- http//www.youtube.com/watch?v=MeLMCYEVf_U

 

V.- http://www.youtube.com/watch?v=HdrketR9_5g

Desdichadamente, el audio de la entrevista no es de la, digamos, mejor calidad. La solución de fortuna es subir el volumen cuando habla él, y bajarlo cuando lo hace el entrevistador.

Crisis, ¿para quién?

Informaba la prensa (La Razón, del pasado 23 de septiembre), sobre la intervención de Emilio Botín en la Junta Extraordinaria del Banco de Santander.

Según el magnate de las finanzas, su entidad mantiene el objetivo de lograr 10.000 milones de beneficio neto en 2008, lo que supondría un incremento del 10,3% con respecto al año anterior.

Cuenta "El Manifiesto" que en el año 2007 los bancos españoles obtuvieron un total de beneficios cercano a los 19.000.000.000 de euros. Pongamos 20.000 millones para redondear.

El ganado, algún ganado, estará escuálido, pero estas vacas (la de Santander, otras) están lustrosas. ¿Qué justifica que, con nuestro dinero, se acuda en su socorro?

 

La sombra sevillana de Potemkín.

La sombra sevillana de Potemkín.

Ilustrado, universitario, oficial de Caballería, querido estable de Catalina la Grande, miembro de su Consejo de Estado, la embarcó, en 1787, en el "Tour de Crimea", con el designio de mostrarle las mejoras y avances de un país que sólo existían en su imaginación

Hubiera sido un estupendo realizador cinematográfico. Consiguió construir, para los ojos de la Zarina, una realidad enteramente virtual. 

Cuenta Gustavo Morales, en "El nuevo cojo", cómo Catalina se trasladaba en un gigantesco trineo, donde pasaba el tiempo con algunos de los cuarenta mil miembros de su cortejo, y cómo, a lo largo de la ruta, encontraba estaciones de relevo donde esperaban hasta quinientos caballos frescos, para no detener su viaje, y en cada una de ellas lloraba de emoción al ver los logros de su amado Potemkin. Pero todo era una ilusión: de las casas, sólo había sido pintada la pared que daba hacia el camino por donde pasaría la Zarina. Los viejos y enfermos habían sido encerrados lejos de los pueblos. Árboles y arbustos de papel tapaban cualquier defecto de la arquitectura local. Se prohibió a todos los residentes mendigar a la Zarina y maestros de actuación les enseñaron a expresar su felicidad con sonrisas. Todo el mundo debía estar feliz.

Según detallaba La Razón el pasado 23 de septiembre, la Junta de Andalucía ha llevado a cabo una excursión de periodistas, en autobús, por el conocido barrio sevillano de las "Mil Viviendas",  para mostrar los grandes logros conseguidos en la zona. Antes, como si Potemkin lo hiciera, el viaje había sido perfectamente planificado. En una zona caracterizada por el aislamiento, la delincuencia, la droga y el deterioro material, se puso todo a punto y se apostó en cada esquina a un agente de la Policía Nacional, previa retirada de la circulación de quienes no debían ser vistos.

Y el que quiera tragar la bola, que la trague. Sea Catalina, sean los infelices sevillanos.

Pilares de esperanza.

Pilares de esperanza.

Hay siglos en que uno no está para nada. Concretamente, el XXI, para España, está de lo menos sugestivo: futuro incierto, paisanaje tan ahíto como mentecato, desasosiegos de disgregación, recursos morales agotados. La tentación de la torre de marfil es fuerte. Pero la historia da saltos. Y sobresaltos. No siempre la proyección del presente es augurio seguro del porvenir. Los pueblos tienen arsenales recónditos de fe y coraje que afloran en momentos inesperados (y desesperados).

Viene lo anterior a cuento de alguna lectura referente a la jornada de Bailén, tan radiante como imprevista.

Casi treinta y cinco mil franceses, dominadores de Europa, bregados en Italia, Austria, Prusia, ideológicamente cohesionados, mandados por oficiales veteranos. En su contra, treinta y un mil españoles; unos, oficiales y soldaditos del maltrecho ejército de Carlos III, otros, la mayor parte, hasta diecisiete mil,  paisanos que se habían presentado voluntarios, sin más preparación militar que los ejercicios en que, durante mes y medio, se habían aplicado en Utrera y Granada. .

A favor de Francia, la preparación, el número, la organización. A favor de España, el terreno, el talento de Castaños y Reding, el coraje.

Impresiona leer las reflexiones del general napoleónico Maximilien Foy, en su "Historia de la Guerra Peninsular":

"-España apareció, de repente, altiva, noble, apasionada, poderosa, tal y como había sido en sus tiempos heroicos. La imaginación borraba de las páginas de la Historia los recuerdos descoloridos.. y mezclaba los triunfos de Pavía y las palmas de Bailén. ¡Qué fuerzas y qué poderío iban a ser necesarios para domar una nación que acababa de conocer lo que valía!"

Cuenta el libro de los Jueces que Jahveh mermó el número de combatientes de Gedeón, para dejar patente que la victoria no era sino suya. Ni Él ha abreviado el poder de su brazo, ni está el mañana escrito.

 

Malaventurado Maghraoui. O´Plp.

Malaventurado Maghraoui. O´Plp.

Según informaba EFE el pasado 21 de septiembre, el Fiscal del Tribunal de primera instancia de Rabat abrió una investigación sobre la fatua (decreto religioso) que había proclamado el Dr. Mohamed Al Maghraui por Internet, promoviendo los matrimonios con niñas de nueve años. Llegó a decir el teólogo que "-Nos han contado, y hemos constatado, que las niñas de esa edad dan mejores prestaciones que las mujeres adultas", señalando como corolario que "-En consecuencia están tan capacitadas para contraer matrimonio como las jóvenes de veinte años". 

Al parecer, la legislación civil marroquí, su "código de familia", la Mudawana, no autoriza el registro de matrimonios legales entre hombres y mujeres sino cuando ambos tienen cumplidos los dieciocho años. 

No es de creer que la sangre llegue al río. En parte, porque el Dr Al Maghraui no carece de autoridad: es titulado por el que fue Gran Jeque de Arabia Saudí, Abdelaziz Ibnu Baz, presidente de la casa de las fatuas de ese país. Y mucho más que por eso, por el ejemplo que dio con su propia vida el profeta Muhammad. 

Marruecos, como casi el ochenta por ciento de los musulmanes del mundo, es mayoritariamente sunní; es decir, acepta como fuente de fe, después del Corán, la Sunna, la colección de dichos y hechos atribuidos a Mohammad y transmitidos en forma oral. Y un indiscutido hadith de tal colección, recogido en el Libro 58 por Sahih Bukhari, pone de manifiesto sin ambages las inclinaciones pedófilas del Profeta, quien contrajo matrimonio con Aicha, siendo ésta una niñita de seis años, si bien no consumó el matrimonio hasta que cumplió los nueve. 

Para mejor conocimiento de nuestros lectores, hemos tenido la curiosidad y tenemos el designio de divulgar el texto literal de aquel epígrafe de la Sunna: 

"El Profeta concertó el matrimonio conmigo cuando yo era una niña de seis (años). Fuimos a Medina y permanecimos en el hogar de Khazraj, de Bani-al-Harith. En esa época me puse enferma y se me cayó el cabello, que después volvió a crecerme. Mi madre, Umm Ruman, se me acercó un día, mientras jugaba en un columpio con algunos de mis amigos de infancia. Fuí hacia ella, sin saber que quería de mí. Entonces me agarró de la mano y me apretó contra la puerta de la casa. Cuando ya estaba yo casi sin aliento, me soltó, tomó un poco de agua y me frotó la cara y la cabeza. Luego me llevó a la casa. Allí ví a algunas mujeres que decían, "-Recuerdos de Ansari, la bendición de Allah, buena suerte". Luego me confió a ellas, que me prepararon (para la unión). Inesperadamente, el Profeta de Allah vino a mí por la mañana y mi madre me entregó. En aquel momento yo tenía nueve años." 

El texto original en lengua inglesa puede encontrarse en: 

http://www.usc.edu/dept/MSA/fundamentals/hadithsunnah/bukhari/

Translation of Sahih Bukhari, book 58erits of the Helpers in Madinah (Ansaar). Volume 5, Book 58, Number 234. 

A la fecha de hoy no hay noticia de que la investigación que se dice abrió el Fiscal  marroquí haya dado lugar a acusación de ningún tipo.

Milenarismo y cambio climático. AFlrs

Milenarismo y cambio climático. AFlrs

Una vieja tradición historiográfica imagina al Papa Silvestre II diciendo la misa de la noche de Navidad del año mil ante multitudes aterrorizadas por la proximidad inminente del fin de los tiempos, que se produciría inexorablemente con el milenario del nacimiento de Cristo. 

El Papa Silvestre II, nuestro entrañable y razonable Gerberto de Aurillac, como la mayor parte de la Iglesia, no participaba de aquella superstición y dijo su misa con la tranquilidad que dan la esperanza y el uso de la razón de forma adecuada. Como otros muchos hombres empeñados en sacar a la humanidad de las tinieblas, Gerberto consideraba imprescindibles la razón y el conocimiento, como instrumentos esenciales proporcionados por un Dios amoroso a sus criaturas. Quizás por ello tuvo que afrontar ataques y críticas que llegaron a acusarle nada menos que de brujería. 

En cualquier caso parece que es cierto que una buena parte de la cristiandad experimentó los temores del año mil de forma intensa y paralizante. Para los mismos contemporáneos resultó sorprendente la reactivación económica, social y cultural que se produjo en las primeras décadas del siglo XI, cuando la Europa cristiana se cubrió de “un blanco manto de iglesias” y comenzaron los impulsos que dieron lugar al románico, a las universidades, a la recuperación del derecho y de la filosofía; al conjunto de actividades que contribuyeron a la reconstrucción de lo humano en la cristiandad medieval. 

La fractura del año mil fue lo suficientemente intensa como para que a partir de entonces, se conozca como milenarista a cualquier movimiento social que predice el advenimiento inminente de la catástrofe definitiva basándose en revelaciones y profecías. Estos movimientos suelen aprovechar acontecimientos preocupantes para excitar el recurrente miedo a lo desconocido de porcentajes significativos de los seres humanos. 

Durante el resto de la edad media hubo sucesivas oleadas milenaristas relacionadas con las grandes epidemias, las invasiones o las guerras. Así la peste negra se consideró un anticipo del fin del mundo, como también las hambrunas producidas por la guerra de los cien años o las, aparentemente imparables, invasiones de los turcos. 

Pero llegó la Ilustración, y con ella el racionalismo, y muchos prejuicios y obsesiones humanas pretendieron volverse respetables mediante el procedimiento de envolverse en ropajes pretendidamente racionales y científicos. Y a partir de entonces volvió el milenarismo, disfrazado, eso sí de profético cientifismo. 

Primero fue Malthus, que demostró con argumentos pretendidamente irrebatibles que el crecimiento de la población haría a corto plazo insuficiente la producción de alimentos, con consecuencias catastróficas para la humanidad. Las ideas de Malthus fueron tan influyentes que su nombre se incorporó al vocabulario habitual, de forma que se denomina maltusianismo a toda actitud humana, política o cultural destinada a frenar el crecimiento de la población.  

Lo malo fue que sus propuestas alarmaron a una parte significativa de la población y se tradujeron en acciones políticas como las leyes de pobres, destinadas a impedir el crecimiento de la población menos favorecida y que en la Inglaterra de finales del siglo XVIII y posteriormente en otras sociedades han causado un sufrimiento inenarrable, antes de que la realidad impusiera la demostración del absurdo de las teorías maltusianas. 

Después vino el marxismo, que probablemente ha sido el peor de los milenarismos cientifistas. Su profecía del final apocalíptico del capitalismo, si no se producía una revolución que lo transformara en una utopía socialista, ha influido de forma decisiva en la historia de los siglos XIX y XX. El fracaso de los sistemas políticos basados en las ideas marxistas y la opresión inhumana a que estos sometieron - y aún someten - a los pueblos que han dominado, no ha sido suficiente argumento para una gran parte de la intelectualidad occidental. Más de cien millones de muertos y océanos de sufrimiento humano, se consideran algo accidental que no les resulta suficiente motivo para descalificar definitivamente la pretensión marxista. 

Ya en épocas recientes los milenarismos se han sucedido bajo aspectos similares que se suceden de forma trepidante. En los años 60 y 70 se asistió a un resurgimiento del maltusianismo, uno de cuyos hitos fue el informe sobre los límites del crecimiento del influyente Club de Roma que pronosticó un riesgo de colapso de la civilización por la insuficiencia de la producción de alimentos y otras materias primas. Este resurgimiento, que ignoraba realidades fundamentales, como la revolución verde y los sucesivos saltos tecnológicos que modificaron radicalmente una gran parte de los procesos productivos, agobió de nuevo a una parte medrosa de la humanidad.  

Muchos gobiernos adoptaron políticas antinatalistas, con gravísimas consecuencias. En la India de Indira Ghandi se llegó a engañar a las mujeres, sometiéndolas con diversos pretextos a operaciones de ligadura de trompas mientras que la brutal política aplicada en China contra los nacimientos encontró una coartada respetable a los ojos occidentales. En último extremo la justificación del aborto como medida antinatalista aceptable tiene su origen en aquella oleada milenarista, que sigue aún vigente aunque con otras formas. Como argumento decisivo, que ignoran los profetas del desastre, se impone la realidad de que más de mil millones de hindúes se alimentan hoy mucho mejor de lo que lo hacían los seiscientos millones que vivían en los tiempos de la laica y criptosocialista señora Ghandi.  

Las crisis del petróleo que se sucedieron después de la guerra árabe – israelí de 1973 parecieron dar la razón a los profetas del desastre. Se llegó a pronosticar que el petróleo se acabaría en un plazo máximo de 30 años y que las consecuencias para los países desarrollados serían dramáticas. Al socaire de esta predicción, los precios del petróleo se multiplicaron por tres de forma inmediata, con consecuencias tremendamente negativas para los países en desarrollo, que no pudieron asumir este incremento con la facilidad que lo hizo el mundo desarrollado. Muchos de estos países han experimentado un retraso de veinte años en su incipiente desarrollo socioeconómico, mientras que los productores árabes y los intermediarios de todo el mundo han alcanzado una riqueza impúdica e injustificable. Hoy, casi cuarenta años después, se considera que aún quedan recursos petrolíferos para más de cien años, lo que da plazo suficiente para encontrar alternativas energéticas que aseguren el progreso de la humanidad sobre la Tierra.

Y así llegamos al último acceso milenarista. Es aún difuso e inorgánico, pero cuenta con todas las características para convertirse en uno de los más duraderos e influyentes de la historia. Parte de hechos sin duda objetivos, que encierran una gravedad innegable – la situación medioambiental de crecientes porciones del planeta es insoportable – pero saca conclusiones ideológicas de insuficiente base científica, que se están transformando a toda velocidad en dogmas políticamente correctos, que nadie pude criticar, ni discutir, sin quedar como un obtuso reaccionario.

Entre las preocupaciones medioambientales con las que se bombardea a la opinión pública destaca, de momento, el cambio climático. Este argumento, que parte de realidades inobjetables, se ha convertido en la idea – fuerza en la que se basan las explicaciones y predicciones de las que se nutre la morbosidad de una gran parte de los medios de comunicación. El cambio climático sirve, entre otras cosas, para explicar el huracán Katrina, la sequía centroafricana, los incrementos poco habituales de las temperaturas y su disminución, el exceso de lluvias y su falta, la reducción del número de abejas y el cambio de hábitos de las cigüeñas migratorias. La verdad es que resulta muy adecuado para ahorrar recursos en investigación y esfuerzo mental pero sirve de poco para entender la realidad que nos rodea. 

Tan innegable es la evidencia del cambio climático en la actualidad, como difícil es negar que han existido alteraciones significativas en épocas pasadas en las que la acción humana era irrelevante. En los siglos XII y XIII se cultivaban viñedos en Gran Bretaña, el calentamiento del hemisferio norte redujo el casquete polar y aumentó la latitud que podían alcanzar los icebergs, lo que permitió a los vikingos la colonización del sur de Groenlandia, de la que desaparecieron con la pequeña época glaciar que se inició en el siglo XIV y se extendió hasta el XVIII. La dureza de los inviernos del siglo XVII puede comprobarse en nuestros museos con los cuadros de la escuela holandesa en los que se observa a los patinadores deslizándose por los canales helados, estampa imposible de contemplar en la actualidad. El clima cambia de forma natural por razones aún no del todo claras, pero que en el pasado no han tenido nada que ver con la actividad humana. 

La incógnita, aún no desvelada, es en que medida la acción de los humanos incide en la evolución del clima. No hay suficientes evidencias de que esa acción sea la causa fundamental, pero se está actuando como si lo fuera y ello encierra gravísimos riesgos.

La principal consecuencia, en el caso de que fuera la acción humana la principal responsable, es la potencial reversibilidad de los efectos del cambio climático. Es decir, si se limitan las causas que lo producen, se reducirán sus efectos. Estamos actuando únicamente bajo esta premisa, intentando reducir al máximo, en la medida de lo posible, el impacto humano sobre el clima, asumiendo que esta acción detendrá a medio plazo los efectos evidenciados. 

Pero ¿Y si esta hipótesis no fuera cierta? ¿Y si la evolución del clima obedeciera a factores naturales de fondo sobre los que no podemos influir? En este caso la actitud de la humanidad debería ser otra. Ante la inexorabilidad de los cambios, deberían estudiarse las consecuencias e ir tomando medidas que redujeran los impactos negativos previsibles. La humanidad tiene suficientes medios para desarrollar modelos que permitieran la adaptación de los colectivos más amenazados a las nuevas situaciones. Esta tarea no se está realizando porque el dogma de la culpabilidad de los humanos en el cambio se ha asentado firmemente en la mentalidad de la época y actúa a modo de orejeras que no permiten la aceptación de otras posibilidades. 

El énfasis en el cambio climático está, además, reduciendo la atención hacia otros problemas medioambientales, que tiene el mismo o mayor potencial amenazante sobre nuestro futuro. Por ejemplo, el empobrecimiento genético del Planeta por la reducción de la biodiversidad, que puede agravarse por algunas consecuencias indeseadas de la lucha contra el cambio climático. El incremento del terreno destinado a los cultivos bioenergéticos está contribuyendo a la deforestación de vastas extensiones de bosques tropicales y ecuatoriales, lo que contribuye severamente al proceso de extinción de numerosas especies. 

Sin embargo el peor efecto para el futuro es de índole moral. El pesimismo sobre la condición humana, dominada por el consumismo, y sobre su porvenir amenazado, ejerce un efecto tremendamente negativo sobre las actitudes humanas, particularmente sobre las de muchos jóvenes. Si estamos ante procesos destructivos de los que el hombre es el principal responsable y a pesar de toda la experiencia histórica no se confía en que puedan modificarse las tendencias actuales ¿Para que esforzarse en cambiar algo? Posiblemente esta actitud cultural está contribuyendo a la extensión del individualismo hedonista y del nihilismo que arrasan nuestra civilización, porque afectan a una de las condiciones que contribuyen al avance de los hombres, porque destruyen la esperanza.

 

Que face a los homes e los desface

Aquella leyenda era la bordura del llamémosle escudo que campeaba a la entrada de la "Casa de los Perros", una edificación otrora albergue del SEU, que habían empleado para holgar las pocas horas que les dejaba su servicio los caballeros aspirantes a Oficiales de Complemento que se ejercitaban en el cercano campamento de "El Robledo". Y que luego, en estado ya ruinoso, usaron para sus reuniones, de forma prolongada, más o menos abusona y clandestina los militantes del FES de los setenta.

El lema parece proverbio de uso común y muchos de quienes lo citan, no siempre textualmente, no le atribuyen origen.

Así san Josemaría Escrivá, en su discurso al recibir, en 25 de octubre de 1960, el título de hijo adoptivo de Pamplona:

Amo con todo el alma a esta patria mía, con sus virtudes y sus defectos, con su rica variedad de regiones, de hombres y de lenguas. Me encanta atravesar esa Castilla -paisaje de surco y cielo- que hace a los hombres y los gasta; me siento catalán en Cataluña y soy aragonés de nacimiento; admiro sin disimulo las fértiles vegas de Levante, los pueblos encalados de Andalucía, la recia contextura de la Montaña...

Así también Fernando Díaz Villanueva, en "Trafalgar, la gloriosa derrota":

Tres de los mejores marinos del mundo se habían dejado algo más que la piel en la batalla. Nelson tuvo un entierro digno de un monarca, y para los ingleses es modelo de patriotismo y sacrificio. Los cuerpos de Churruca y Alcalá-Galiano reposan, sin embargo, en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, olvidados por todos. El nuestro es un país ingrato que hace a los hombres y los gasta. El vasco y el andaluz, arquetipos de patriotas y hombres de honor, merecerían mejor recuerdo. Pero, claro, eso aquí no se lleva.

Y así hasta Fernando Sánchez Dragó, en sus cánticos al Far West, tan cercano en su paisanaje al prototipo humano del esfuerzo de reconquista:

Qué importa España! Ajeno, y no sólo lejano, como éste, me parece su horizonte. Allá se las componga. Yo estoy en Monument Valley y un indio navajo me espera. Así es el Far West, que hace a los hombres y los gasta. Pásenlo bien. Yo ya lo hago. See you later.

Dentro de la incertidumbre de su origen, puede afirmarse que el más remoto antecedente está en el Libro de los proverbios glosados, de 1570, que lo atribuye a Don Alfonso Fernández Coronel, con ocasión de un sucedido con Don Pedro el Cruel, que parece no desmerecía el apodo:

En la Crónica del rey don Pedro, en el año 4, en el capítulo 1º, se escribe que siendo Don Alfonso Fernández Coronel un gran cavallero de este reyno y aviendo por su persona y sus hechos subido a ser mucho, el rey don Pedro le mandó matar; y hablando con él don Juan Alfonso de Alburquerque e increpándole por la porfía que contra el rey avía tomado, dixo don Alfonso Fernández Coronel las palavras de este proverbido: "esta es Castilla, que hace a los homes e los gasta", como si dixera ella los haze y elle los torna a deshacer.

Desde luego, el proverbio tomado como lema no andaba desencaminado, que los empeños que en aquella casa se acariciaron fizieron homes, e los gastaron.

 

 

Presentación del libro

Presentación del libro

Concurrida de asistentes, interesante y sugerente por cuanto se dijo, el viernes 6 de junio, en el Hotel Tryp Centro Norte, tuvo lugar la presentación del libro

"FES, LA CARA REBELDE DE LA FALANGE (1963-1977)"

a cargo de un representante de Ediciones Nueva República, de otro del círculo Ruiz de Alda, y de sus autores, Francisco Blanco Moral y José-Lorenzo García Fernández.

Pueden solicitarse ejemplares del mismo en:

http://www.edicionesnuevarepublica.com/